sábado, 17 de noviembre de 2012

Las barbas del vecino.


   Cuando empecé este blog hace menos de una semana, los desahucios tenían una vigencia que debían haber tenido desde hace mucho y que, a pesar de todo lo ocurrido, continua. Sin embargo, no sé muy bien qué decir. Miento: no sabía muy bien qué decir hasta hoy.
   No quiero seguir sin considerar una falta de respeto a la dignidad de todas aquellas personas el olvido en el que se encuentran por haber sido desahuciadas de sus casas más allá de los últimos cuatro años. Obviamente, en estos años de crisis económica el número se ha disparado, y es un agravante de suma importancia, pero la ley es de hace más de un siglo, y eso son muchas familias.
   Un desahucio es que te echen de casa… según la Real Academia Española (tercera acepción). Según el Gobierno y la política en general –la coherencia es un don-, es un drama social, pero parece que su drama es este:

drama.
(Del lat. drama, y este del gr. δρᾶμα).
1. m. En la antigua Grecia, representación mimética de carácter religioso o teatral.

Un desahucio es que tus hijos estén llorando porque no tienen para merendar o porque no les puedes pagar la excursión del colegio, o que te lleguen cartas certificadas, o que abras el frigorífico y parezca tu estómago; que te mueras de vergüenza por que se enteren los amigos, el trabajo y los vecinos, que te sepas una carga para suegros y padres, que intentes sin éxito hablar con el banco, con las asociaciones y, por lo menos, consigas llevar a los niños con tus cuñados para que no vean a la policía sacarte de casa. También es que se derrumbe el sueño americano en España desde hace cincuenta años: estudia tu carrera, que el trabajo estable te lo ponemos para que te compres una casa, dos coches y vayas comprando electrodomésticos que gasten más y más luz. Pero lo peor es el tono condescendiente con el que se te mira y se te escucha –si es posible escuchar condescendientemente-, se te atiende y se te olvida. Para la sociedad, has fracasado.
   Creo recordar que hubo un suicidio en Canarias hace poco también, en torno a las fechas del suicidio granadino, pero no puedo confirmarlo porque apenas se ha oído en los medios. Dos. El intento de Burjassot y el realizado en Euskal Herria. Y esta mañana ha habido uno en Córdoba, aunque no ha sido por desahucio hipotecario. ¿Cuántos no sabemos? ¿Hasta cuándo un metro cuadrado cotiza por número de muertos? El Instituto Nacional de Estadística tiene un apartado específico para los suicidios, los cuales se investigan por la Real Orden del ocho de setiembre de mil novecientos seis. Sin embargo, solo hay datos en el periodo 1998-2006.


   Con todo esto, muchos abogan inconscientemente por ser escépticos ahuciados: esperas y confías con todas tus fuerzas que la situación, si no mejora, no vaya a más, aunque sabes que tienen que cambiar muchas cosas para que eso llegue a ser viable. Y la gente empieza a conocer el problema, y otros se convierten al activismo, y quienes no tienen familiares ocupan su piso recién echada la silicona en el ojo de la cerradura; y después, cuando sean muchos o los vuelvan a echar y se cansen de luchar contra los peritos y los directores de sucursales, ocurrirán cosas desahuciadoras, para que los pocos que queden sin saber el problema se enteren y aquellos que debieron hacer algo cambien el cargo público por el de conciencia vitalicio.


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@cheaale

1 comentario:

  1. Y en todo este drama me da mucha rabia, personalmente por lo que me toca, que desde Servicios Sociales no se haga nada (a veces no hay recursos). Ni si quiera hay una molestia de seguir el caso por asegurar la atención de los menores, en caso de que los haya.

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