domingo, 18 de noviembre de 2012

La franja de las lamentaciones.


   El colectivo Anonymous hizo tango down a cuarenta sitios web israelíes desde que comenzó el ataque hebreo. Mucho se ha escrito en Twitter sobre el conflicto de Gaza, y muy poco se ha dicho en las vías tradicionales: quien más, quien menos, trata el tema como noticia puente entre lo mal que va todo en España y la sección internacional, cuya moraleja es “podrías haber nacido en un terreno pobre y superpoblado y restringido en cuanto a derechos, sin sirenas que te avisen para salvarte”.
   Admitámoslo: Gaza es un ataque añejo, y su trato en los medios es consecuencia de esto. A la guerra israelí le han saltado las grapas y lo único que se hace, nuevamente, es poner una palangana debajo y tener otra preparada; y todo el mundo afirma no conocer el grupo sanguíneo. Tras esto pueden confluir tradiciones y una cadena de favores abusiva, partiendo de la persistencia de la Guerra Santa, porque más cercanos estamos a los judíos que a los musulmanes, por no hablar de que esto es consecuencia de otra consecuencia: la división de Palestina y la declaración de independencia israelí en Tel Aviv, 1948 –aunque a muchos nos explicaron que les fue concedido por y tras la Segunda Guerra Mundial-. Todo esto tiene mucha historia tras de sí, como todo, aunque ahora importan más los sesentaicuatro años de aquel tiempo a esta parte. Más allá de historia, fe y matanzas, está la ligazón popular entre la población judaica y los negocios. Si sumamos la tierra de la libertad, ya tenemos un lobby que ya quisieran los puros de corazón. Israel saca beneficio de esta unidad diplomática, y su servicio secreto y su poder militar así lo demuestran. Lo de siempre: sálvale el culo al matón del barrio y te llevará siempre consigo.
   Realmente, me importa muy poco los intereses o los guardaespaldas de cada uno. Lo difícil es comprender las guerras, y tener la entereza de denunciarlas con el mismo ahínco que la primera vez, para que no queden en una noticia puente. Más allá de idealismos, la dificultad no es enfrentarse a una guerra con la palabra y la acción no violenta, sino todo lo que hay que mover hasta llegar ahí, y si un gobierno no muestra los datos de los suicidios que ocurren en su país, y el responsable de una negligencia militar terrible es cónsul en Londres, y qué coño, seguimos teniendo militares en zonas declaradas oficialmente como territorios sin terror, es improbable llegar a soluciones reales que, como en el caso que nos ocupa, vayan más allá de amenazas internacionales que nunca se cumplen, préstamos armamentísticos, tráfico de influencias y promesas de diálogo. Una guerra encubierta durante sesenta años no se soluciona con una promesa de diálogo, por favor. Deberíamos empezar a saber cuántas guerras hay en el mundo (¿Qué pasó con Irak + 73?) y en cuántas participamos militar, política y económicamente. Hasta entonces, Gaza seguirá en el palmarés de sangre que decora las instalaciones de la ONU.


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@cheaale

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