sábado, 24 de noviembre de 2012

Libertad bajo control.


   Recuerdo los días en que la Ley Sinde alzó las movilizaciones mediante las redes sociales. Yo aun no formaba parte de esos vericuetos. Una vez en Twitter, y tiempo después, recuerdo una larga noche en la que la Ley SOPA volvía a amenazar la palabra libertad –entre otras- en Internet. España tiene en su memoria más reciente una Ley de Prensa de 1938 –con Serrano Súñer a la cabeza-  y otra de 1966 –por Fraga Iribarne- que, y ahí va un dato a tener en cuenta, sigue vigente. En estos tiempos virtuales, encontramos dos procesos paralelos: la consolidación de los medios escritos –los televisivos se asentaron hace mucho-, con la censura y la permisividad que ello acarrea, y las redes sociales, la cruz del sistema desde que fueron ofrecidas a la población por el proceso habitual –darlo todo e ir quitándoselo poco a poco-; sin embargo, la población las ha convertido en un arma contra los estados ¿Efectos inmediatos? Ahí va el primero: la censura y la permisividad en los medios tradicionales se descubre. Y tocarle la capacidad de manipulación al poder son palabras mayores.
   En el noticiario de este mediodía en La 1 se ha informado de la denuncia a miles de usuarios de Twitter por un exministro de Thatcher, acusado popularmente a través de un reportaje de la BBC. Una noticia sin ningún aspecto relevante, salvo por el factor intencional: la noticia sale en una época de revolución de conciencia de la masa popular y, en ámbito más nacional, en un tiempo en el que la crisis del periodismo llega a los lectores mediante las firmas y las víctimas. Caso El País: @FacuDiazT pone en jaque al periódico, el cual estudia presentar acciones legales contra el usuario, según puede leerse en su edición web. Que un periódico internacionalmente reconocido reaccione así no es fortuito, sino consecuencia de sus anteriores actos de autodesprestigio, del que surge la ilustre sátira española. Es posible que todo quede en secreto de sumario y no salte a juzgados ni televisión. Bien saben ellos que no interesa la imagen de grupo empresarial que aplasta críticas justo después del E.R.E. interno y polémicas varias.
   Como este caso, hay miles, pero es un gran ejemplo para la pregunta siguiente: ¿Se puede controlar como antes? No, por supuesto; una censura que se haga visible es contraproducente, como la demanda de Telecinco a @PabloHerreros. ¿Existe la censura? Sí, con rotundidad. Twitter ejerce la censura en algunos países mediante un sistema de control acorde a la legislación de estos ¿Qué nos hace pensar que eso no está ya aquí? ¿Qué son, acaso, los inhibidores de señal en las protestas? Exactamente es la misma censura que los ataques a periodistas de Israel en estos últimos días; otros métodos, pero con el mismo fin, que no es otro que la impunidad. La impunidad es el aval de las injusticias. Sin impunidad informativa, un periódico dañado públicamente no vendería, y un partido mentiroso no conseguiría votos. Las cargas policiales están inermes ante una persona con casco, chaleco y cámara, y el inhibidor de señal es una manifestación de la censura gubernamental, entre otras muchas. Tal vez sea el momento de rendir honores a Antonio Beneyto (Censura y política en los escritores españoles, 1975) y ampliar los testimonios hasta nuestros días.
   No cabe duda de que las redes sociales se han convertido en un canal imparable de comunicación alternativa, imprescindible para informar y delatar lo que la democracia esconde. Los problemas en Twitter en numerosas ocasiones empiezan a oler. Hay un error interno en el servidor cada vez que se retuitea un mensaje crítico, o es necesaria una actualización que te permita ver un perfil determinado. Y sobre todo, algo se hace mal cuando no puedes escribir sobre los disparos de salvas en Atocha, por poner. No es descabellado pensar en la existencia de un departamento al estilo Pedro Arbués dentro de nuestra España autonómica, mediana y censurada, y que ese sesgo de cuñadísimo se vaya introduciendo sin darnos cuenta como una sombra intangible que señala y modifica, porque la tijera mata al papel, y también corta las alas al pájaro.


Gracias a @AntonioMaestre por facilitar la Ley de Prensa e Imprenta de 1938.

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@cheaale

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