lunes, 29 de septiembre de 2014

Es el progreso, estúpidos

Imagen: Francisco J. L. Frá (Pinterest).

  En el Ministerio de Medio Ambiente no han escuchado el cuento de Pedro y el lobo. Todo sigue igual en él. No igual que con Cañete, que eso es obvio; igual que siempre.

  Reconozco que no soy muy ducho en ecosistemas. Tampoco soy activista. Mucho menos pastor. Intento aprender un poco de los problemas que, día a día, me encuentro en mi entorno y las noticias. "¡El lobo!", gritaban en el documental de Rodríguez de la Fuente. Se le lleva persiguiendo años, décadas, siglos; con fuego, con flechas, con disparos, con veneno; se apunta a la madre, se cogen las crías, se matan en el pueblo. Pum.

  Igual que siempre sigue el Ministerio.

  Estos últimos meses han sido especialmente cruentos para con nuestra biodiversidad: entre otros muchos desastres, los linces atropellados en la mitad sur del país podrían llenar una morgue entera. Tampoco ha sido un buen año para el lobo. No podemos extrañarnos de que no haya explicaciones o consensos en estos menesteres, cuanto menos importantes y urgentes -si no también prioritarios-, si no hay ni unas ni otros en el resto de asuntos. Aun en estas circunstancias, me niego a aceptar que la violencia sea la única respuesta y solución a demandas y problemas de un sector.

  Recapitulo: el lobo convive con el hombre -con sus más y sus menos- durante miles de años; la evolución permite al hombre una postura de superioridad ante el lobo; esto, entre otras muchas razones, da pie a la expansión del hombre por territorios que antes pertenecían a los lobos, al cauce de los ríos, a los bosques; ese ecosistema acorralado tiene que sobrevivir y busca fuera del cerco creado por el hombre el modo de hacerlo; el hombre pide al Gobierno que le permita matarlos de forma legal -en el fondo, se regula una tradición-; el Gobierno regula; el hombre quiere modificar la regulación para acabar con la rabia del perro. No me hace falta entrar en los intereses económicos o de otro tipo que pueda haber en todo esto para que se vea el sinsentido.

  Todo tiene una causa. Ponemos señales de tráfico avisando de que por ahí pasan ciervos, cuidado; abatimos jabalíes que tienen que bajar a las playas a por comida; no somos capaces de levantar la población de conejos por culpa de furtivos, la mixomatosis y la falta de alimentos en su hábitat; los linces no se tiran a los coches ni se apuntan con una escopeta solos. La protección del lobo al sur del Duero está dando resultados, despacito, como son estas cosas. ¿A nadie se le ocurre no hacer la carretera por ahí, cercar y cuidar la zona propia del animal, invertir, investigar y proteger las especies, asegurar más el tránsito para los ciudadanos y sus vehículos, o incluir penas y sanciones más duras contra el maltrato y el asesinato animal, y contra los delitos relacionados con el medio ambiente?

  Tenemos la costumbre de pisar el cuello a lo que nos rodea y luego llorar porque se nos mancha la bota. Aullad y huid, estúpidos, que el progreso da asco.



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@CHEAALE

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